El 5 de Junio de 1968, Italia y Unión Soviética se enfrentaban en una de las semifinales de la Eurocopa de Selecciones, en el Estadio San Paolo de Nápoles.
Después de una fase clasificatoria, y de Cuartos de Final disputados en partidos de ida y vuelta, cuatro selecciones accedieron a la fase semifinal, Italia, Inglaterra, URSS y Yugoslavia.
Esta «Final Four» se disputaría en Italia, que buscaba su primer título a nivel continental. Su rival en semifinales era la URSS, semifinalista del último mundial disputado en Inglaterra 1966.
En un partido áspero, donde Italia nunca se apartó de su libreto, el 0 a 0 llevó el partido a la prórroga. En los 30 minutos adicionales el marcador no se alteró, y allí el colegiado alemán Kurt Tschenscher tomó la decisión de definir el finalista por medio de una moneda.
El reglamento del torneo no estipulaba un partido desempate, y tampoco la tanda de penaltis estaba todavía implantada, por lo que se recurrió a ese curioso método para decidir quién jugaría la gran final.
Todo se decidió en los vestuarios del San Paolo, el capitán italiano Giacinto Facchetti eligió cara, y por el otro lado el ruso Shesternyov iba por la cruz. La diosa fortuna estuvo del lado de los italianos. El capitán saltó al campo de juego para celebrarlo con sus compañeros, desatando la locura de todos los presentes en el Estadio.
Y finalmente Italia se consagraría campeón, aunque para ello iba a prolongar su sufrimiento. Consiguió empatar con Yugoslavia en la final 1 a 1; Dzajic adelantó a los balcánicos, y Angelo Domenghini a 10 minutos del final puso las tablas en el marcador.
A las 48 horas estaba fijado el desempate y allí Italia finalmente pudo salir airoso 2-0 con los goles de Gigi Riva y Pietro Anastasi, para consagrarse campeón de Europa por primera vez, y con la «diosa fortuna» de su lado.
Antony Callero.